Prefiero comprarle un coche a mi hijo para que vaya más rápido y más seguro a la universidad. Es un razonamiento habitual, que retiene a la juventud universitaria en la dependencia de las lógicas de sus padres. Si empezamos por deconstruirlas, existen más probabilidades de sufrir un accidente con un coche o una moto que caminando o con la bicicleta. Además, hasta los 5km la bicicleta es el medio más rápido de desplazamiento, y continúa siendo competitivo frente al coche en varios kilómetros siguientes.
Pero si además optamos por construir un discurso generacional propio alejado de la lógica de nuestros padres, encontramos que caminar junto a tus amistades, utilizar el transporte público o compartir un coche es una manera de socializarte y divertirte. Ir en bicicleta te ayudará a fortalecer tus cuádriceps y glúteos, y junto a caminar, es la mejor manera de disfrutar día a día de la ciudad que has escogido para aprovechar algunos de los mejores años de tu vida. Por último, desplazarte por cualquiera de estos medios significa poner tu granito de arena por un planeta más sostenible.
Más allá de la sostenibilidad
Detengámonos aquí. Fíjate en que la manoseada palabra “sostenible” ha tardado un buen rato en aparecer. Es más, solo ha aparecido al final de una variada apología de los beneficios individuales que tienen medios de transporte alternativos al coche privado. Los grandes problemas sociales, como el calentamiento global o la contaminación atmosférica urbana son preocupantes, pero en muchos casos insuficientes para atraer a las personas a un cambio en positivo. Por ello, un foco discursivo centrado en los beneficios individuales es una potente herramienta para producir un cambio real en la movilidad universitaria.
Las personas responsables de la gestión de la movilidad sostenible aparecieron por vez primera hace más de una década, y hoy emergen en universidades de toda Europa. Para ellas, la sostenibilidad y los grandes retos sociales aportan el verdadero sentido de su cometido. Y tienen razones de peso para ello.
Un cambio en la comunidad universitaria
Los campus universitarios son grandes polos de atracción de desplazamientos diarios en entornos urbanos. Por tanto, la manera en la que se realizan estos desplazamientos tiene un gran impacto en la concentración de CO2 y otros gases contaminantes perjudiciales para la salud. Por otro lado, la universidad es un espacio privilegiado para la formación de la ciudadanía en comportamientos responsables ante la movilidad. Una gran parte de la comunidad universitaria tiene entre 18 y 23 años, y por tanto se sitúa en su última etapa sociológica de adquisición intensa de valores.
Las universidades representan un reto urbano y una oportunidad ciudadana. El gestor o gestora de la movilidad tiene la responsabilidad de minimizar el reto y maximizar la oportunidad para mejorar los niveles de CO2 de su entorno urbano. Sin embargo, no debemos caer en el error de pensar que la lógica que mueve su trabajo es la que convencerá a los usuarios finales. Una buena gestión de la movilidad sostenible pasa por gestionar una movilidad atractiva para la comunidad universitaria.
Esta es precisamente la clave entorno a la que gira nuestro proyecto europeo U-MOB LIFE. Si deseas saber más sobre este tema, ¡contáctanos!
Mario Sánchez Brox
Consultor de Proyectos Europeos
mario.sanchez@fundacionequipohumano.es